jueves, 22 de diciembre de 2016

Elvira Sastre

Un pájaro se para en mi alfeizar y me tiende un ala
Pero tu silencio es un hueco inhabitable y mis alas necesitan un descanso.
Aunque no vuela quien tiene alas sino quien tiene un cielo
Y con este abandono tuyo tan frió y distante yo he dejado de tenerlo
porque si no estás
no me queda otra cosa que no sea esta soledad obligada,
mientras confundo recuerdos con heridas…
Y acariciar el pasado solo sirve para torcer mi camino.

La soledad es mirar unos ojos que no te miran,
-quizá sea por el cansancio de mis ojos que siempre están en otra parte-
que tú hace tiempo que no  los miras.
Y es que no hay nada peor que sentirse olvidado dentro de uno mismo,
porque yo me quedé en tus ojos.
para saber mirarte cuando cierro los míos.
Te pongo un espejo delante,
 tu vuelves  a mirarte en él mientras alguien  lame tu herida…
Yo intento mirarme,
y no me veo,
pero  ya me reconozco.
Porque la única manera de vaciarse de amor es llenándose de silencio,
ese que se que nunca me hará daño
aunque siga siendo más triste cuando no es forzado.

Ahora a ti, tengo que decirte
que ya no ocupas mis ojos,
que sigo creyendo que fuiste un milagro aunque ya no crea en la fe,
pero que tu recuerdo ya es solo un beso en mi herida.
que sobrevivo  sabiendo que el ayer nunca volverá…

Porque quizás solo se trate de encontrar a quien me siga mirando cuando  cierre los ojos.

viernes, 16 de diciembre de 2016

jueves, 15 de diciembre de 2016

¿Qué es la ilusión sino el arma que esconde -y casi siempre dispara- la bala de la decepción que nos mata? De ilusión no se vive, Se muere.
Ojos que sueñan con ser espejos
--para que nadie pueda ver dentro de ellos-
labios que desean gritar todos sus secretos,
muñecas que esconden -tras pulseras- heridas abiertas,
piernas cansadas de buscar un camino,
manos que se aferran  a viejos deseos extinguidos
y un corazón que ya solo late
para hacernos creer que seguimos vivos.


miércoles, 30 de noviembre de 2016


Conseguiste que creyera
Que mis alas 
 no estaban desgarradas,
 que juntos podríamos alzar el vuelo
para conquistar el cielo.

Con ciega confianza agarré tu mano
Y desde el borde del abismo más alto
 saltamos al vacío sin mirar abajo,
Pero solo tus alas
Se desplegaron,
Las mías
No se abrieron
-creo que nunca existieron-
                  Y aun así  volamos
Hasta que soltaste mi mano
Fue entonces cuando mis ojos se llenaron de miedo.
Grité hasta quedarme sin aliento
Mientras caía entre nubes llenas de silencio
Y sentí
Que
Moría
Por
Dentro.
Porque lo más doloroso fue ver
Como me dejabas caer
Para librarte de mi peso
Y  así poder volar más lejos.


domingo, 27 de noviembre de 2016


He decidido
reformar mi muro,
ese que separa mi interior
del resto del mundo.

Necesitaré piedras nuevas,
-más gruesas-
barrotes para las ventanas
y puertas blindadas.

Lo reconstruiré de arriba a bajo
para protegerme de tus asaltos.
Porque no se puede defender un castillo
cuando el enemigo
conoce sus secretos
porque una vez
fue aliado
y lo observó desde dentro.

Y eso
hiciste

conmigo.

Tú,
que siempre tuviste mi puerta abierta,
te aprendiste cada recoveco,
cada una de las malditas grietas
que me hacen sentirme indefensa
ante todo aquello que me rodea.

Y lo aprovechaste
para entrar y salir de mi alma
cuando
te
daba
la
puta
gana.

A pesar de todo
te propongo una oferta:
Vete para siempre
y deja de buscar la guerra
o quédate conmigo a este lado del muro
y salvémonos juntos del resto del mundo.










jueves, 24 de noviembre de 2016

Para ella era otro de esos malditos días
en los que se te cae un poco más la vida.
En los que se sentía 
-cada vez más-
incapaz de ver una salida.
Y cansada de su infierno
y de demonios
ya no esperó la llegada de un nuevo día.

Y el amanecer la encontró  en su dormitorio,
vestida de rojo,
con las venas abiertas
y el brillo de unas últimas lágrimas
aún clavadas en el marrón de sus ojos. 



martes, 22 de noviembre de 2016

¿Y a que huelen las Nubes?

A mi me huelen a sueños,
a tardes de primavera
tumbados en la hierba
-o en cualquier otro lado-
desafinando en cada nota que cantamos.

A cafés con hielo a cualquier hora.
A noches de verano
Viendo la lluvia de perseidas
o paseando bajo la luna llena.

A mañanas de otoño
Difuminandonos entre  tonos ocres y dorados
Oyendo el crujir de las hojas
bajo nuestros pasos.

A esas gélidos atardeceres de invierno
en las que el frío nos cala hasta los huesos
Y solo encuentro el calor en uno de tus abrazos.
A chocolate caliente
y a tus labios soplando para enfriarlo.
A leña que se consume en el fuego.
A las páginas de un libro nuevo...

Que a mi las Nubes me huelen
 a todo aquello que amo
o que me evoca un recuerdo
de lo que quise en otro tiempo.


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Hoy
Solo escribo
Para decirte
Que aun no te olvido.
Que desde que te fuiste
Todo sigue en el mismo sitio.

Tus libros perfectamente desordenados en la estantería
De esa forma 
tan tuya,
Tan maniática.
También esa novela que dejaste a medias en la mesilla
Y que espera que algún día
vuelvas a pasar sus paginas. 

Tu colección de vinilos
Justo al tocadiscos
Ahora cubierto de polvo
Porque ya nadie baila
Ni canta
En el salón de esta triste casa.

Tu vieja camiseta de Nirvana
Que tantas veces usé como pijama
-y que tanto te encantaba-.

Todas esas películas
Que nos regalaron
Maravillosas tardes
De sofá
-Abrazos-
Y manta.

Que todo sigue en su puto sitio
Menos yo,
Que desde ese  maldito día
Ya no soy la misma
Que te necesito
Para sentirme ubicada.

Que cada día me despierto
Y al abrir los ojos
Pido que  ojalá todo haya sido solo un mal sueño
Pero luego noto frío
Tu lado de la cama
Y la realidad me sacude
Como una dolorosa bofetada.
Y recuerdo aquel día,
Aquella llamada
La terrible noticia
De que ya nunca volverías
Porque ese amanecer
La carretera decidió quedarse con tu vida
-la muy egoísta-
Dejándome a mí
Sola
Triste
Y vacía.
En esta madrugada

Que ya nunca acaba.

viernes, 21 de octubre de 2016

Eran tus abrazos
los que “mantenían” unidos
cada uno de mis pedazos.
“Mantenían”,
ese maldito pretérito imperfecto
que indica que el a tu lado
ya es tan solo pasado.
Porque tú
te marchaste,
igual que se va el otoño,
dejando paso al frió
y a la soledad
del invierno.
E igual que una llovizna
cayeron todos mis pedazos,
en silencio,
pero gritando por dentro.
Y desde entonces
a tientas,
en la oscuridad,
busco los pedazos
que me faltan
y los voy guardando en una caja.
Por si algún día
encuentro un pegamento
tan efectivo como tus manos.

domingo, 2 de octubre de 2016

Universos Infinitos

Universo,
ese que veo cada vez que miro tus ojos.
Su oscuridad
su infinita soledad...
Y creeme
si te digo
que llenaría de luz cada recoveco de tu universo.
Que cambiaría las bombillas,
fundidas,
de todas aquellas estrellas,
que un día,
iluminaron tu sonrisa.
Que derramaría botes llenos de estrellas fugaces
donde ahora solo se derrama la sal de tus lágrimas.
Que,
si hace falta,
te daría todas mis constelaciones,
llenas de soles,
para devolverle a tu mirada ese brillo
que antes  cegaba.
Pero ya no.
Ya no aceptas luz,
Porque tú,
 casi  sin querer,
te fuiste convirtiendo en un agujero negro.










domingo, 15 de mayo de 2016

El baile de las mascaras infinitas.

Me encuentro ahora mismo sentada en uno de esos pequeños e incómodos sofás de una sala de fiesta.
En dicha sala,está teniendo lugar un baile de máscaras, un estúpido baile al que estuve pensando mucho si acudir o no, total, todos los días tiene lugar uno, vayas donde vayas, te relaciones con quien te relaciones, todo el mundo sigue unos pasos de  baile (previamente estudiados) que marcan el compás de la música que ellos mismos hayan decidido poner ese día, y que, normalmente, hace juego con la máscara elegida para la ocasión.
Yo estoy tan cansada de disfraces que ni siquiera se por qué me he  decidido a venir. Quizás en mi infinita ingenuidad haya creído que esta vez todo sería diferente. Que las máscaras dejarían de ser metafóricas y por una vez solo existirían las materiales. Gran error el mio. Nunca nada es diferente.
Os cuento, nada más llegar a este baile de las máscaras infinitas (así he decidido llamarlo) me he encontrado con una vieja "amiga"que me ha saludado dándome un "emotivo" abrazo, dejando asomar, en un despiste, detrás de su antifaz una segunda máscara  algo menos elaborada, la de la fingida alegría por verme o saber de mi.
Pero esta ha sido solo la primera de una larga noche de ver a personas cubiertas de capas que esconden lo que son con tal de encajar en este puzzle carente de sentido que es la sociedad.
Y yo,como siempre, sintiéndome fuera de lugar,llevando aquella máscara veneciana que alguien que ya ni siquiera recuerdo me regaló tras un viaje por la ciudad de los canales. Uno se esos regalos por compromiso, supongo.
Así que, después de un rato intentando conocer los rostros que se ocultaban tras las infinitas máscaras, intentando ver en ellos al menos una parte de lo que esas personas un día fueron o significaron para mi, he desistido de mi misión, viniéndome a un rincón, a este sofá que ya apenas me parece incómodo. Desde el, ahora mismo veo a una persona que me mira fijamente y de la que tampoco consigo descifrar que esconde tras su máscara, y de la que probablemente nunca llegue a hacerlo...
Ha sido mala idea sentarme en frente de ese espejo. Otro error para a lista. Suma y sigue.
Ahora, mirando en la dirección opuesta veo a la gente pasar, gente que una vez creí conocer, que incluso alguna vez llegué a querer (a ellas,a sus máscaras, o a la idealizada idea que de ellas me había creado, vete tú a saber). Gente a la que veo, pero que no me ve.
Y mientras todos beben, fuman, bailan y se divierten, sin importarles en absoluto las infinitas máscaras de este baile, yo me retiro hacía la oscuridad, la soledad y el silencio de la noche, los únicos que parecen entenderme.
Camino a oscuras, sintiendo la brisa en la cara, libre ya del peso de mascaras. La mía ha quedado olvidada en aquel rincón, en aquel sofá, en aquel lugar desde  el que observar el ridículo espectáculo de la vida.

Alarmas


Brr brrrr la vibración de la alarma de mi móvil me saca de uno de mis extraños sueños, aún adormilada y sin saber que pasa busco con la mano el móvil debajo de la almohada. Vale, ya se que es malo dormir con el móvil cerca de la cabeza porque produce cáncer y todas esas mierdas, pero no valoro tanto mi vida como para preocuparme por eso.

Con un ojo abierto y el otro aún cerrado, miro la hora, y me concedo el capricho de dormir un poco más, toco el botón y pospongo la alarma diez minutos, pero no se cuantas veces lo hago. Total, hago lo mismo con mi existencia, la pospongo poco a poco hasta que algo haga que ese mismo impulso que al final te obliga a levantarte me lleve a apagarla  por completo.

Cuando por fin me decido a levantarme lo primero que hago es mirar las notificaciones, algún que otro mensaje de whatsapp, nuevas interacciones en Twitter, recordatorios de cumpleaños de Facebook de personas que ni me importan y notificaciones de instagram, de esa nueva cuenta que me abrí para colgar las fotos que hago creyéndome fotógrafa, ese se ha convertido en mi nuevo hobby, uno más, una nueva excusa en la que encontrar suficiente motivación para seguir adelante. Este nuevo pasatiempo al menos no es tan ruidoso como cuando me dio por aporrear la guitarra. Aunque lo único que aporreara fueran las cabezas de todo el que estuviera en casa con mis acordes fallidos. Y reconozco que de vez en cuando lo sigo haciendo. Cualquier cosa mejor que el silencio.