domingo, 15 de mayo de 2016

Alarmas


Brr brrrr la vibración de la alarma de mi móvil me saca de uno de mis extraños sueños, aún adormilada y sin saber que pasa busco con la mano el móvil debajo de la almohada. Vale, ya se que es malo dormir con el móvil cerca de la cabeza porque produce cáncer y todas esas mierdas, pero no valoro tanto mi vida como para preocuparme por eso.

Con un ojo abierto y el otro aún cerrado, miro la hora, y me concedo el capricho de dormir un poco más, toco el botón y pospongo la alarma diez minutos, pero no se cuantas veces lo hago. Total, hago lo mismo con mi existencia, la pospongo poco a poco hasta que algo haga que ese mismo impulso que al final te obliga a levantarte me lleve a apagarla  por completo.

Cuando por fin me decido a levantarme lo primero que hago es mirar las notificaciones, algún que otro mensaje de whatsapp, nuevas interacciones en Twitter, recordatorios de cumpleaños de Facebook de personas que ni me importan y notificaciones de instagram, de esa nueva cuenta que me abrí para colgar las fotos que hago creyéndome fotógrafa, ese se ha convertido en mi nuevo hobby, uno más, una nueva excusa en la que encontrar suficiente motivación para seguir adelante. Este nuevo pasatiempo al menos no es tan ruidoso como cuando me dio por aporrear la guitarra. Aunque lo único que aporreara fueran las cabezas de todo el que estuviera en casa con mis acordes fallidos. Y reconozco que de vez en cuando lo sigo haciendo. Cualquier cosa mejor que el silencio.

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