Con un ojo abierto y el otro aún cerrado, miro la hora, y me concedo el capricho de dormir un poco más, toco el botón y pospongo la alarma diez minutos, pero no se cuantas veces lo hago. Total, hago lo mismo con mi existencia, la pospongo poco a poco hasta que algo haga que ese mismo impulso que al final te obliga a levantarte me lleve a apagarla por completo.
Cuando por fin me decido a levantarme lo primero que hago es mirar las notificaciones, algún que otro mensaje de whatsapp, nuevas interacciones en Twitter, recordatorios de cumpleaños de Facebook de personas que ni me importan y notificaciones de instagram, de esa nueva cuenta que me abrí para colgar las fotos que hago creyéndome fotógrafa, ese se ha convertido en mi nuevo hobby, uno más, una nueva excusa en la que encontrar suficiente motivación para seguir adelante. Este nuevo pasatiempo al menos no es tan ruidoso como cuando me dio por aporrear la guitarra. Aunque lo único que aporreara fueran las cabezas de todo el que estuviera en casa con mis acordes fallidos. Y reconozco que de vez en cuando lo sigo haciendo. Cualquier cosa mejor que el silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opiniones