sábado, 22 de abril de 2017

Hoy he quemado mi tristeza,
y  he disfrutado
viendo como ardía mi pena.
Después he soplado las cenizas
para que se perdieran junto al viento.
Pero los recuerdos han soplado más fuerte
y en una inesperada ráfaga de aire me las han devuelto.

Y así ha sido como he visto
resurgir de sus restos
a aquello
que por un momento creí muerto.








sábado, 18 de febrero de 2017

Me levanto,
cansada de dar vueltas en la cama,
intentando conciliar un sueño que no llega
porque hasta Morfeo parece haberme abandonado.
Veo mi puerta cerrada,
las persianas bajadas,
 el rayo de luz
que intenta colarse en mi vida por una pequeña rendija.
Y mientras me miro en un espejo 
-en el que no veo nada-
me inyecto en vena una dosis diaria de recuerdos 
que me den algo de calma,
  noto como mi cuerpo se relaja,
 la imagen del espejo se vuelve más nítida,
 mi reflejo me devuelve un intento de sonrisa
y una mirada desesperada.


 Mientras vuelvo a la cama
me fijo en la puerta
pienso en  por qué sigo cerrándola con llave
si aquí no intenta entrar nadie
 ni queda tampoco quien quiera marcharse.
Recuerdo  la alegría que  las paredes escupían
cuando aún tenía vida.
Y me pregunto cómo fue que se coló aquí dentro toda esta tristeza,
haciéndome abrir la puerta
invitando a todos
a que se fueran.