viernes, 1 de mayo de 2015

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Parece ser que nuestras vidas están hechas por un cristal demasiado frágil,  que con el más debil de los golpes se rompe en mil pedazos. Podemos volver a pegarlos todas las veces que sea necesario,  pero cada vez faltan más pedazos de nosotros mismos,  cada vez estamos más huecos,  más vacíos,  más débiles... Más insignificantes.