viernes, 12 de agosto de 2011

Al ver mis horas de fiebre              
e insomnio lentas pasar,                  
a la orilla de mi lecho,                    
¿quién se sentará?                          


Cuando la trémula mano          
tienda próximo a expirar          
buscando una mano amiga,      
¿quién la estrechará?              


Cuando la muerte vidríe        
de mis ojos el cristal,            
mis párpados aún abiertos      ,
¿quién los cerrará?              


Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?


Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendrá a llorar?


¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?

           #####             
Llegó la noche y no encontré un asilo,
¡y tuve sed...!, mis lágrimas bebí;
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!


¡Estaba en un desierto! Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba
desierto... para mí!

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